En un clima de alegría y fraternidad se celebró el pasado 8 de agosto, el encuentro con los misioneros y misioneras de nuestra diócesis, con el lema “Nacidos para la misión”, y que tuvo por sede, en esta ocasión, el Arciprestazgo de Mancilla de las Mulas.
Desde tempranas horas acudieron desde sus diferentes casas y comunidades a
la invitación religiosos, religiosas, sacerdotes y laicos misioneros cargados
de ilusión. Se inició con una oración de agradecimiento al Señor por la entrega
y la fidelidad a esta vocación especial; seguidamente se presentaron dos
experiencias de misioneros leoneses: la primera de Fray Bernardo de Sahagún
misionero en el siglo XVI en México, biografía recogida por el investigador D.
Argimiro Maraña , donde nos presenta ese aporte innegable de la Iglesia misionera
en la expansión evangelizadora de América, teniendo por principio la
consolidación de una base social y humana a favor de los indígenas. La segunda
experiencia de nuestra querida Sor Esther Paniagua, de Isagre, beatificada
junto con Sor Caridad por el Papa Francisco. Sor Lourdes y Sor Fonsi, Agustinas
Misioneras, nos transmitieron de primera mano la situación en la que sucedieron
los hechos del asesinato de las religiosas en la población de Argel aquel día
de 1994, y de cómo éstas supieron dar testimonio de su entrega al Señor en el
martirio “no damos nuestra vida, porque
ya la hemos entregado” decían.
Centro del encuentro fue la Sagrada Misa en la Ermita de la Virgen de la
Gracia, patrona de la Población, presidida por el Sr. Obispo D. Julián, quien
en todo momento manifestó su admiración y agradecimiento por la vida de todos
los misioneros presentes y los que han fallecido, todos ejemplos de compromiso
y valentía en un mundo cada vez más convulsionado y secularizado donde se hace
urgente ser signo vivo del amor de Dios.
Se finalizó con una comida de integración, donde entre risas, palabras y brindis
se compartieron momentos especiales de las actividades que muchos de los misioneros
realizan en los países a los que han sido destinados y por las eventualidades
que pasan en su labor evangelizadora. El grupo de bailes tradicionales de San
Froilán amenizó con danzas regionales.
Al despedirse queda la nostalgia, pero la esperanza del reencuentro y el
entusiasmo recargado para continuar en el trabajo encomendado. Oremos por todos
los misioneros de nuestra diócesis, que su entrega sea semilla fecunda para
nuevas vocaciones igual de generosas y dispuestas a dar la vida en la
proclamación de la Buena Nueva del Señor.
Javier E, Cortés Torres. Seminarista.