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jueves, 2 de abril de 2020

Carta de un misinero sobre la Navidad en Venezuela


 NAVIDAD – 2019 – Aguas Calientes

1.      Visitas previas

Vine a Aguas Calientes, al Hogar Santísima Trinidad, de las Hermanas Dominicas,  para celebrar la fiesta de los Santos y los Difuntos, el primero de noviembre. Volví el primero de diciembre  para celebrar la fiesta de la Familia. He vuelto ahora, el 15-diciembre, para celebrar la Navidad. Con un aceptable servicio parroquial a un Colegio de Monjas, estos viajes y sus gastos se evitarían. Es un privilegio impagable el que una parroquia tenga Escuela y Liceo de Religiosas en sus límites.

No es cierto que a los viejos no los sorprenda nada. Este Colegio –Madre Olivieri- tiene tradición al celebrar el día del Abrazo en Familia. El Episcopado nacional ha señalado un día para orar y reflexionar  sobre la familia. Ese día tuvimos la misa  en la cancha, a cielo descubierto, a las siete de la mañana. Una vez salido el sol se tuesta el cerebro. La presentación de bailes y danzas de los cursos menores fue espectacular. El venezolano, niño o adulto, no tiene complejos  cuando se disfraza de artista. Actúa con total naturalidad. Todos dimos un grito cuando el muchachito  que lideraba la danza se cayó.  El grito se transformó en aplauso  cuando el grupo lo elevó en volandas: estaba programada la caída, era parte del guión.  La sorpresa mayor llegó después. No es habitual ver más de dos mil personas  compartiendo un almuerzo.  Los alumnos y sus familiares  ocuparon los pasillos, los jardines, las sombras de los gigantescos nísperos, mangos y mamones.  La amplitud del Hogar de las Dominicas permite estas concentraciones. Fue un estupendo día de hogar, así se afianza la tradición y se fortalece  la vida familiar.

2.      Cronista no más

Así me califico cada vez que envío una crónica  sobre actividades apostólicas menos rutinarias. Hace pocos días, mi colega Fray Angel Gabriel Villasmil me envió un largo correo  sobre sus trabajos como teólogo  y asesor itinerante. Una crónica de mucho fuste.  Me la dedicó haciendo alusión a mis escritos volanderos.  La suya es una invitación seria a los Dominicos venezolanos jóvenes.  Les invita a retomar el apostolado  que ejercieron en su día  Fray Felicísimo, Víctor, Abilio y otros más. Dar ejercicios espirituales, cursos y seminarios a comunidades religiosas, a profesores y a otros profesionales, es tarea muy dominicana de efectos multiplicadores. Somos la Orden de  Predicadores. Que los jóvenes no se limiten a ser rectores de oficina y burocracia en centros educativos o párrocos  diocesanos que hacen exposiciones del Santísimo y adornan los altares. Los que yo tengo más cercanos, ya ejercen este ministerio con religiosas,  profesores y estudiantes. Fray Villasmil les deja tendido el guante a todos.

Estudiar teología es un privilegio, los Dominicos la estudiamos. La teología brota de la Palabra contenida en la Biblia. Somos difusores, no de cualquier práctica piadosa, sino de la que brota de la fuente original. Santo Tomás no nos permite quedarnos en rúbricas y adornos. La misión de un Dominico es profética en todos los campos en que trabaje. Entiendo que la crónica de Fray Villasmil nos compromete seriamente: a continuar en formación permanente y a ser analíticos ante las tradiciones populares y las nuevas necesidades a que nos enfrenta la postmodernidad.

3.      Tareas cumplidas

Mi comunidad de San Cristóbal ha crecido: se ha incorporado Fray Antonio Díaz Paniagua después de cuidar su salud por un tiempo en España. Confiamos en que los médicos de allá le alivien el dolor que le ha crucificado por muchos años.  Somos cinco Frailes sacerdotes y cuatro jóvenes  que aspiran a entrar en la Orden si su vocación inicial se consolida.  Para los Frailes que no sean evasivos siempre hay tarea a realizar.

Antes de salir a la misión navideña tuvimos las Primeras Comuniones del  Colegio Cristo Rey, 25 muchachos;  y otro día las del grupo parroquial, 35 jovencitos-as. Presidimos  varias misas de Graduación. Al terminar una de estas celebraciones una señora todavía joven nos comentó: “me llegó al alma lo que dice Jesús en el evangelio, que su yugo es suave y su carga liviana”. La señora añadió: “soy la mamá de un graduando, tengo otros hijos pequeños y estoy en  tratamiento de  quimioterapia. Necesito sentir que Jesús tiene razón”.   

Ese día la sensibilidad estaba a flor de piel. Acababa de leer el correo que la Dra. Annalisa Poles envió desde Italia. Era subdirectora de la Universidad Católica. El mal diagnóstico le obligó a refugiarse en sus ancestros de Italia. La mera consulta y la biopsia  agotó aquí sus  ahorros personales. Allí le ampara la Seguridad Social. - Confiamos  que a las dos mujeres  les conforte la promesa de Jesús y se curen.

Me vine a la frontera  -Aguas Calientes está en el límite con Colombia- el domingo-15-diciembre, después de celebrar, como todos los domingos,  en la Policlínica Táchira y  en El Ángel. El carro del señor Wilmer se demoró porque su niña presentaba una actividad en la Escuela de Danzas. Salimos de la ciudad en noche cerrada. Que el buen Dios le conserve la vista al sr. Wilmer, porque la carretera de la frontera es un dolor: llena de baches, de derrumbes, sin líneas divisorias, o sea, un auténtico matadero. Llegamos al destino sin novedad: no había luz, pero el que no haya luz eléctrica  en Aguas Calientes o en toda Venezuela  es lo normal. Llevamos diez meses de crisis eléctrica y el gobierno no ha resuelto nada.

4.      Nuevos compromisos

El lunes-16-diciembre a las seis de la mañana iniciamos las Misas de Aguinaldo, según la tradición. El párroco de Ureña, Padre Luis Useche, nos encomendó la aldea La Mulata.  Está a ocho kilómetros del pueblo y se compone de unas cuatrocientas familias. Más que Aldea es un pueblo grande y temible. Ya es indicativo que en ese corto espacio físico haya cuatro o cinco alcabalas de la Guardia Nacional o del Ejército.

El periódico español ABC publicó hace pocos días un reportaje sobre “la frontera más peligrosa” que hay en la actualidad.  El articulista conoce mejor que nosotros cómo se vive y se muere en esta zona. Aquí confluyen todos los grupos irregulares: guerrilleros, paramilitares, colectivos armados,  ex-encarcelados también armados que cumplen la condena defendiendo las irregularidades oficiales, también  hay hampa común. Se dice que en la frontera se sobrevive gracias a las actividades ilegales. A un hijo de Arturo Méndez le vendieron  una pimpina de   20 litros de gasolina, las distribuidoras estaban todas cerradas. La usaron al llegar a Barinas, camino de Caracas. En mala hora porque les quemó la maquinaria del carro. Estaba contaminada, o sea, mezclada con sustancias que aumentan el volumen pero funden la máquina. Pagó  20 dólares por una pimpina contaminada.  Pura irregularidad y abuso.

¿Corremos peligro los Sacerdotes? Conociendo la situación, nos cuidamos de no pisar los explosivos. No estamos “en malos pasos” como se dice en voz baja que estaban los numerosos cadáveres  que a diario son descubiertos en las zonas boscosas. El día 18, al salir de sepultar al amigo sr. Pepe, llegaban el cementerio tres cadáveres anónimos. De momento no molestan a los sacerdotes que laboran en la zona fronteriza, pero toman precauciones. En Venezuela, ser Sacerdote es garantía de persona honesta y servicial.

Yo conocí La Mulata hace cuarenta años. Ahora sólo reconozco la estructura de la capilla. Todo lo demás es distinto y nuevo. Desde la primera Misa de Aguinaldo constatamos  la buena organización y el entusiasmo de los vecinos. Al “conjuntico” de jóvenes les sobran voz e instrumentos para animar las celebraciones de la capilla. Nos falló la misa programada para el día 31 a las cinco de la tarde. El jeep de la parroquia no tenía gasolina y desde el pueblo no fueron a buscarnos, y eso que está allí el Alcalde.

Este mismo lunes-16, al regresar de La Mulata, compartimos la mesa-desayuno y la misa-Eucaristía con el profesorado del Colegio de las Hermanas. Que lo sepan en Europa: este profesorado se ha despedido para las vacaciones navideñas con una Misa.
 Hablo en plural porque no estoy solo. Sor Alix Albarracín se desplazó desde  su colegio de Maracay, para dar vida a las celebraciones. Utiliza a la perfección las cualidades  que Dios le regaló. Hemos compartido el apostolado de muchas Navidades y Semanas Santas. Es consciente de mis años y  limitaciones y las suple con generosidad. Doy por sabido que nos hospedamos en el Hogar de Las Hermanas Dominicas. Están las mismas  con las que vivimos la Semana Santa: sores Martha, Blanca, Soledad, Rosario; falta sor María Elena, la directora del colegio,  porque las cosas de palacio van despacio y los  trámites legales se han demorado más de lo previsto. Somos la Familia Dominicana y el Hogar es también mi casa. ¡Gracias, Hermanas por su hospitalidad y cariño!  

El mismo día, a las cinco de la tarde, tuvimos la Misa de Aguinaldo en la capilla de las Hermanas. Todos los días la celebramos a esa hora.  Asisten los vecinos que no van a la parroquia a las 4´30  de la madrugada. Terminada la misa nos acercamos al Pesebre de las Hermanas. Se bendijo y se hizo el primer día de la Novena como manda la tradición. Quedé casi abochornado porque las oraciones y reflexiones las hicieron por un texto colombiano que usa el castellano y la teología del siglo diecisiete. Después usaron otros modelos.  De lo que no se puede prescindir es de los “gozos” que son también de aquel siglo pero la gente sabe  los versos de memoria. Para ser el primer día de Misas de Aguinaldo, el hermano cuerpo agradeció  que llegara la noche y su descanso.

5.      Un día difícil

El miércoles-18-diciembre fue un día para no olvidar. A  La Mulata nos lleva y nos regresa el jeep de la parroquia de Ureña. Ese día, después de la Misa, visitamos a varios enfermos. En el relato de sus dolencias, los enfermos mezclan creencias y remedios naturales un tanto extraños. Como faltan los productos de farmacia, en Venezuela está  resucitando la medicina yerbatera.

A media mañana fui con las Hermanas a visitar y rezar ante el cadáver del sr. Pepe: José Cases Serrano. Me une a su familia una amistad de 40 años. Algunos de sus hijos trabajan en el Colegio de las Hermanas, y allí estudian los nietos. Los familiares y yo mismo hablamos con el párroco de Aguas Calientes. Me autorizó a concelebrar y acompañar el cadáver al cementerio. Reafirmó su autoridad de párroco e insistió en que “aquí se hacen las cosas como Dios manda”. Levantamos el cadáver en la casa y celebramos la misa en el templo, como es costumbre. A la hora del evangelio el Padre Esteban tuvo la delicadeza de encargarme  la homilía. Se lo agradecí. Iniciamos los rezos a las dos y media y salimos del templo hacia el cementerio a las cuatro. Se fue la luz, no funcionaron los ventiladores. El presbiterio era un auténtico micro-ondas.

El sr. Pepe merece que digamos unas palabras más. Nunca imaginó que tuviera una despedida tan solemne y tan sentida. Llegó a Venezuela como náufrago siendo jovencito. La guerra mundial desplazó a su familia, desde la Valencia española, hasta nuestras costas.  Trabajó en una empresa que construyó muchos tanques para  agua potable. Aquí formó hogar con Gisela Méndez y tuvieron cuatro hijos: Carmen Alegría, Ana Rosa, Paco y Manolín.

La enfermedad le fue deteriorando paulatinamente. En mi visita del primero de diciembre le administramos la Santa Unción y pusimos su vida en manos de Dios y de Nuestra Señora de los Desamparados, la patrona de Valencia. Su familia le acompañó con serenidad resignada. Y se lo entregó a Dios cuando los médicos sólo pudieron aliviar el dolor que le atormentaba. Hasta que entró en el sueño definitivo. En la homilía subrayamos la verdad de la resurrección.

En breves palabras, su cuñado Arturo Méndez, el cónsul de muchos años,  nos recordó la generosidad con que Pepe colaboró  en todas las causas nobles que se presentaron. Se identificó con este rincón del Táchira. Por eso el vecindario lo despidió con tanto cariño. El novenario se hizo en la casa,  que fue en otros tiempos el famoso  Hotel San Roque. Dirigió el Novenario  Arturo Méndez. Usó el  texto que tenemos en El Ángel, enriquecido con pasajes  bíblicos y  animado por los instrumentos musicales propios de la Navidad. El último día, la creatividad  de sor Alix, logró que predominara en todos los presentes, no el llanto de las despedidas, sino  el gozo pascual de la resurrección. 

6.      Visita a Escobal

No he tenido curiosidad  por pisar tierras de Colombia en mis estancias en la frontera. El día 20-diciembre la necesidad me obligó a cruzar el puente internacional. Fui uno más en aquel río de gente, miles de transeúntes, todos caminando pues el gobierno de Nicolás Maduro cerró el paso de carros hace años. Un absurdo más. Yo no fui de compras como van todos. Fui a vacunarme contra una pandemia que va rebrotando en Venezuela. Mi cardiólogo, el Dr. Rosales, me insistió en que usara la facilidad que presta Colombia a los de tercera edad.  Aquí todavía no se consigue la vacuna. Me detuve en el primer puesto sanitario. La enfermera, con buen sentido del humor, me aclaró: “vaya más allá, usted todavía razona”. ¡Era el puesto de servicio  veterinario!!! En el sitio indicado me vacunaron sin pedirme siquiera la documentación.  Al regreso, en medio del puente, saludé a mi Obispo Mons. Moronta que iba a sellar el pasaporte que no pudo sellar unos días antes. 

Hace casi 50 años que yo no cruzaba la frontera por este puente, lo usé recién inaugurado. Entonces se pasaba en carro y en el lado de Colombia sólo había un pequeño restaurante. Hoy Escobal es todo un pueblo, un centro comercial amplio, limpio y abastecido de todo. Allí se alivia el hambre que padecemos aquí. El río venía crecido, no se podía cruzar por las trochas. Las Hermanas Dominicas buscan la salud en el otro lado porque tienen documentación colombiana y allí funciona un cierto  sistema de Seguridad Social.

7.      Misa con arandelas

La misa del 20-diciembre, en La Mulata, prometía se complicada. Además de los consabidos aguinaldos, había tres Primeras Comuniones y dos bautizos. Todo autorizado por el párroco Luis Useche. A las seis de la mañana estaba el templo lleno de público. No hubo complicaciones. Todo se incorporó a la Eucaristía. El público vio cómo se hace un bautismo y tomaron todas las fotos que quisieron de ambos acontecimientos.   Mi hermana Monja preguntaba a los sobrinos, allá en León-España, si habían hecho la “primera” comunión o la “última”.  Aquí, los adultos presentes se comprometieron  a seguir ayudando a vivir la fe en la familia y en la comunidad. Hay una red de laicos, hombres y mujeres, que dan catequesis, celebran para-liturgias y mantienen viva la capilla. Hacen ofrendas, preparan cantos y oraciones. Se reconoce la autoridad moral del “abuelo de la Aldea”, el sr. Reinaldo Balaguera, el campanero oficial. La Guardia le autoriza a quemar pólvora, costumbre que desaparece en Venezuela debido a los costos de la misma.

En una noche de cansancio, insomnio y sin luz, una emisora colombiana  transmitía las canciones de José Luis Perales. Alguna canción me obligó a pensar en Hamlet: “dormir, morir; morir, dormir”.  Sería grato ser sepultado en esta zona tórrida, bajo las trinitarias de colores agresivos que adornan los jardines de este Hogar. La fantasía, como loca de la casa, vuela con  libertad. 

8.      Cantares y piropos

El sábado-21 se leyó en las misas un texto del Cantar de los Cantares. Cuando  no había teléfonos se escribían cartas de amor, muchas de valor literario. Algunos enamorados  buscaban piropos para su amada en las páginas del  Cantar. Es un libro poético y delicado que exalta el amor humano. Una joven que estudia cuarto años de bachillerato en el colegio de las Monjas, dijo que los jóvenes de su edad, cuando se enamoran, “se vuelven  bobos”, no hacen caso a su familia, exigen ropa y calzado fino, dejan de ser ellos mismos.

Fuera ya del templo, la sra. Gisela se hizo eco del comentario bíblico. Con Pepe, el esposo recién fallecido, mantuvo un noviazgo de seis años a base de cartas: él estaba en Caracas y ella en Aguas Calientes.  Esas cartas “eran mi tesoro”, las conservé   para que mis hijos las conocieran. Lamentablemente, una tormenta furiosa levantó el techo, las cartas se mojaron y se las llevó el vendaval.

La Navidad es tiempo de paz y de amor. Es justo pedir al Niño de Belén que proteja el amor humano y el divino.  Es preferible que los muchachos se “emboben” a que profanen el amor apenas nacido.  Una joven emigrante en Buenos Aires confidencia con su mamá: “no tengo amigos todavía, el primer día que salgo con un chico “me pide y exige lo que no quiero darle”. Parece que el piropo ha desaparecido, junto con el encanto y la ilusión por la espera. Envejeció el Cantar de los Cantares.

9.      La salvación

Es difícil compaginar lo que hacemos y vivimos  en estas comunidades pobres y creyentes, con lo que se lee y se vive  en la alta cultura de los pueblos desarrollados.  Aquí usamos y abusamos de la palabra “salvación”: en la Navidad nos llega el Salvador.  En los ámbitos seculares de la alta cultura, la palabra salvación es obsoleta, ha caído en desuso.  El hombre se salva a sí mismo, es dueño de su destino. El mundo culto cuestiona dos aspectos de la salvación. Uno, el tiempo en que ha de tener lugar, si es en el mundo futuro, en el más allá, o en la vida presente, en el más acá. Otro, la dimensión del ser humano que ha de ser salvado. ¿Es salvación de las almas o también de los cuerpos? Los evangelios no permiten una interpretación  sólo espiritualista de la salvación. Jesús multiplicó panes y pescados, hizo curaciones físicas, aceptó invitaciones a comer, sufrió en su propia carne la pasión y crucifixión.

Aquí en nuestras comunidades la Misa termina con un compartir: los responsables de cada misa traen café, refrescos, pizca andina, chocolate y otras delicadezas. El hombre necesita alimentación. La presencia de militares evidencia que el cuerpo requiere protección. Los cristianos de estos lados no somos espiritualistas arcaicos. Si el Alzehimer me respeta en la etapa final, ya próxima, sufriré recordando  el privilegio de celebrar la Navidad  en un clima tan cálido física y espiritualmente. Un clima que ofrece salvación integral.

No podremos olvidar la misa del lunes-23-diciembre. La ofreció la Alcaldía de Ureña: el Alcalde es de aquí, se hizo presente con su grupo familiar. Animó la celebración la Banda Municipal. Después de la misa y del consabido compartir, un grupo de disfrazados de monstruos divirtió y atemorizó a los niños.  Toda la Aldea se hizo presente en la plaza. Para todos los niños hubo regalos de la alcaldía. ¿No es todo esto salvación integral, humanización e iniciación del Reino anunciado por los ángeles en la noche de la primera Navidad?  Nuestros Pesebres evocan la felicidad del paraíso como la describe el Génesis. La utopía final se va realizando por trocitos.

10.  Víspera y Fiesta

El martes-24  estuvo recargado de actividades. No nos favoreció el clima: el calor bochornoso nos obligó a multiplicar el esfuerzo.  A las seis a.m. estábamos en La Mulata. Las ofrendas  las acercó a altar un burrito bien cargado con productos del campo. Los fieles supieron por qué no hay caballos en torno al Pesebre navideño.  El caballo lo usaba el ejército romano, el invasor, era animal para la guerra. La Familia Sagrada llegó a Belén y huyó a Egipto en burro, animal doméstico, humilde y de trabajo.

Después visité con sor Alix  a varios ancianos, compañeros de su papá,  que fueron activistas de la Legión de María en sus años de madurez. Visitas de agradecimiento y consuelo.  En la tarde volvimos a  La Mulata para la misa de Navidad, a las 5 p.m. Primera vez que la comunidad tenía Misa del Gallo, aunque fuera a hora temprana.  A las  7 p.m. celebramos la misma Misa en el Hogar de las Hermanas. Sin luz eléctrica, aunque Jesús llegó como Luz del mundo “al pueblo que caminaba en tinieblas” –dice el profeta Isaías. - En la noche, las nueve personas que habitamos en el Hogar compartimos la cena y recibimos el “regalo”  que aquí trae el niño Jesús, no los Reyes Magos.  Además de las Hermanas, nos acompañaron Estela,  Teresa y el sr. Benjamín sordo cuando le conviene no oír. Sandra y Mariela estaban fuera. Aunque no somos niños, las sorpresas son gratas. La linterna que me trajo, de última tecnología, me prestará gran servicio.

Ya en la noche fuimos un rato a rezar por el sr. Pepe. Los familiares y amigos asisten a misa en el templo, pero la Novena la rezan en su casa. También aquí hubo regalos para todos los  que recordamos en oración al  amigo fallecido. “Dios les pague y la Virgen”, recordemos esta frase. - Todavía el calor era fuerte, pero lo prefiero al hielo que dicen mis hermanos  que sienten en León. - Nos retiramos pronto al no haber luz. Aquí la víspera se come a la fiesta: se celebra más el 24 que el 25-Navidad, lo mismo que la noche del 31 se celebra con más júbilo y tradiciones que el día primero del año. En todas partes sucede lo mismo. El profesor Felipe Guerrero comenta en las redes unos versos del poeta nacional Andrés Eloy Blanco. Se duele de los “abrazos imposibles” que en estas dos noches hacen llorar a muchos venezolanos. La emigración ha desintegrado demasiadas familias: los de aquí lloran a los ausentes; los que se fueron lloran su soledad en otros países donde no tienen familia.

11.  Puntualizando

El jueves-26 amanecimos más tarde de lo que es habitual entre las Monjas. Mientras desayunábamos, después del rezo mañanero,  se hizo cuestión verbal de algunas costumbres propias de las Hermanas Dominicas. ¡De algo hay que hablar!!! Siempre contestan a un saludo o despedida del mismo modo: “por toda la eternidad”. Yo soy medio-bruto porque no he captado el contexto en que debe usarse tal expresión. Si me dan los “buenos días” o el “buen provecho”, y les contesto con la fórmula, de inmediato me corrigen: “no se dice así”.  

Les comenté otra fórmula que el día anterior les escuché no menos de treinta veces: “Dios le pague y la Virgen”.  A todas horas las Hermanas  usan ese modismo. Aunque son Monjas, tienen más trato, cercanía y confianza con la gente, más que los que somos Sacerdotes.  La gente no usa ese lenguaje. ¿Por qué utilizan ese lenguaje sacral o litúrgico estando entre un pueblo que habla de otra manera?  Ni la misma sor Alix,  que tiene chispa y se integra con pequeños y grandes, se libra de los estereotipos que son anacrónicos y distancian. Otra oración frecuente habla de  la “celestial princesa”, seguro que María de Nazaret no se reconoce en esa fórmula.

Estas Hermanas son de reciente fundación, la Madre Georgina vivió hace apenas un siglo. No es una Congregación medieval.  Les digo que le ponen al Rosario demasiadas arandelas. Entre misterio y misterio intercalan jaculatorias; una de las cuales es de dudosa teología, pues alude a  “las penas del infierno”;  y otras arandelas se refieren al antes y al después del  “santísimo parto” de la Virgen María.    Las gentes sólo hablan del parto normal o por cesárea, y este último no fue el caso de María de Nazaret.

Un Maestro de la Orden –Fray Aniceto Fernández-  nos dejó una carta sobre el rezo del Rosario. Como buen leonés de España, nos aconsejó  no modificar las devociones populares que se han hecho comunes entre los cristianos. Una de ellas es el Rosario. El Rosario no es litúrgico, pero es la oración más común y popular.  Sus 150 Avemarías sustituían a los 150 Salmos bíblicos  que el pueblo no podía rezar por estar en latín. Eran suficientes las 150 Avemarías, no hacían falta más. – La conversación de sobremesa estuvo este día bien animada. – Hermanas, les dejo tendido el guante, son simples sugerencias.


12.   Sobrecarga

El dicho popular termina con estas palabras: “…y si pica, no mortifica”. El párroco de Ureña tiene sus padres en San Cristóbal. El nació en La Florida y fue bautizado por nuestro santo  Padre Quijano. Sepan los lectores que la foto del P. Quijano estuvo por años en  los altares de todos los hogares  de La Florida, junto a los Santos de la devoción local. Es justo que el P. Luis pase el fin de año con sus Viejos. En la  primera parte del dicho se afirma que “sarna con gusto no pica”. Acepté ayudar en la parroquia de Ureña y trato de cumplir: no me mortifica.   Sustituí al párroco en algunas misas y compromisos apostólicos. Mientras el hermano cuerpo aguante, es preciso colaborar. Es alentador el esfuerzo, la constancia, la asistencia y la atención que el pueblo pone en las misas y demás sacramentos. La zona de frontera con Colombia es ejemplar en lo religioso. 

Es cierto que hay problemas y peligros. Un vigilante alertaba desde su experiencia. Decía: aquí quien manda es la guerrilla venezolana bien entrenada por los guerrilleros colombianos que no aceptaron el acuerdo de paz. La Guardia y los Policías detienen a los malandros, les quitan lo que tienen y les sueltan.  La guerrilla “de una vez los mata”, hacen limpieza social. – Lo cuento como me lo contaron…porsia…

13.   La casa de Sandrita

Sandrita es una institución, no sólo en el Hogar de Aguas Calientes, sino en toda la Congregación de las Dominicas. Todas la conocen. Trabaja como empleada y conoce el funcionamiento del Hogar. Su hijo Jesús David, de siete años,  vuela aunque no tiene alas, o sea, es hijo de su mamá. Toca las campanas de la torre además de hacer las tareas con responsabilidad. El domingo-29 fui con sor Martha a bendecir la casa de Sandra. Primera sorpresa para mí: supe que Villa del Rosario es un  pueblo muy grande. Queda sobre la loma de la autopista y por eso no se ve. Segunda sorpresa: ver una casa humilde pero limpia y ampliándose, con sillones episcopales propios de las mansiones europeas castigadas por largos y fríos inviernos. Si los dos esposos trabajan y son responsables, se logran maravillas. - Nos despedimos porque se acercaba la hora de mis  dos misas: una en el Hogar y otra en la parroquia de Ureña. Le propusimos al niño: “vente con nosotros para que toques las campanas del Hogar”. Respuesta del chamo: “mejor, traigan las campanas y las toco desde aquí”.  Con razón el pueblo dice que “hijo de tigre, nace pintado”.   

14.  Cerca del 2020

Al terminar el 24-diciembre las Misas de Aguinaldo, terminaron los madrugones. No terminaron las tareas. Todos los días tuve, por lo menos, dos celebraciones: una en las Dominicas y otra en la parroquia de Ureña. El día 31-diciembre tuve en la mañana 18 bautizos; el  día-24 el párroco hizo 35 bautizos. El viejo sacristán asegura que en los buenos tiempos pasados,  se hacían en estas fechas no menos de 150 bautizos.

El 31-diciembre  celebramos la Misa de Año Viejo a las  7 p.m. La rumba popular estaba desatada  y era absurdo poner una “hora santa” antes de la misa. Absurdo y peligroso andar por la calle con tantos motoristas “prendidos”. Se oyó poco ruido de pólvora, los costos la hacen inalcanzable. Celebramos a oscuras, la luz se fue a media tarde y llegó pasada la media noche. Así que no hubo abrazos de Año Nuevo, ni uvas de buena suerte, ni pasear la calle con una maleta augurando un buen viaje, ni ropa interna amarilla para tener suerte en el amor. Son muchas las creencias populares.  Se quemaron cantidad de “Años Viejos”, pero ninguno con la foto del presidente, como sucedió un año en Paraguaná. Los que “hicieron testamento” antes de ser abrasados, insistieron en recuperar la patria, abrir la frontera, abastecer los mercados y farmacias,  cerrar la hemorragia de la emigración, acabar con las muertes anónimas y administrar la riqueza  nacional con honestidad.

A todo esto aludió la homilía de la misa oscura de fin de año. Sólo alusiones: hablar del petróleo que no existe, del oro, del coltán, y del imperio chino, cubano y ruso que gobiernan Venezuela, es pisar un campo minado.

Juicio resumido:  fue un fin de año soso, no se puede esperar más, dada la situación menesterosa del país.  El día primero de enero-2020 caminé hasta el puente internacional. A las once de la mañana todavía el pueblo estaba muerto.  Nadie cruzaba el puente. Quedó en la calle la basura de los días anteriores, las gasolineras cerradas y la decepción en los ojos al  no vislumbrar cambios en el próximo futuro.

El día dos-enero-jueves el señor Wilmer me trajo hasta casa. También la carretera de frontera estaba desierta. Un abrazo  selló entre nosotros  los deseos de gratitud y buena ventura  para el  año recién estrenado-2020. -  No llegué con bonanza: una alergia pertinaz me anunciaba la gripe que quise evitar con la vacuna. Algunos mensajes llegados de España utilizaron la fórmula característica entre las Hermanas Dominicas y común en el pueblo.  Me  decían: “que Dios y la Virgen nos bendigan”.  Amén. Feliz año para todos los lectores de la crónica.

                                                Venezuela - San Cristóbal -03-enero-2020
                                   Benjamín García Fernández   (cronista no más)