La llegada de la Provincia Agustiniana de Castilla a Puerto Rico está
marcada por dos coordenadas: la humildad y la eficacia. Había tenido que
condicionar su restauración a la influencia de la trágica “desamortización”,
nombrándose “De España” y apellidándose “De las Antillas”. Había que ser
consecuentes y enviar misioneros a la zona. Se llega en una circunstancia
adversa para España (1986), por la pérdida progresiva de las colonias. Pronto
se complicará en Puerto Rico con todo lo que de bochornoso hay en los pasos
dados por los Estados Unidos, tanto en lo político, como en lo militar.
La Parroquia no debía de pasar por buenos momentos, a juzgar por las
actas de las visitas pastorales, dada la delicadeza con la que se enuncia lo
negativo. En el acta de 1907 Mons. William Jones tiene que “llamar la atención
al Sr. Cura y Vicario” porque “habían desaparecido los libros de circulares y
visitas pastorales”. Era párroco don Rafael Mangual. Y en la visita del 3 de
mayo de 1917 llama duramente la atención sobre el funcionamiento de la
catequesis.
El terremoto del 11 de octubre de 1918, es no ya la gota que colma el
vaso, sino el torrente que arrasa lo que quedaba. Don Domingo Miró, no sabemos
si por enfermedad, por cansancio o por desánimo, abandona la Parroquia.
El entonces obispo de Puerto Rico, el agustino Monseñor William Jones
(es curioso que en las actas no firma William, sino Guillermo) mira una vez más
a sus hermanos de hábito, que ya le habían resuelto otros problemas, y no
precisamente los menos arduos (por ejemplo, lo del barrio obrero de Santurce),
y solicita de nuevo a la Provincia para que se haga cargo de Aguada. Es el P. Fernando
Salteráin, citado por el P. Paulino Sahelices (de Villaverde Sandoval), quien
nos apunta la respuesta: “Por no desairarle en un momento tan grave, como se
encontraba, con un montón de iglesias destruidas, aceptamos, sin dejar de
comprender la difícil situación en que se encontraba el Padre, con un pueblo
pobre y con su iglesia destruida, teniendo que construir otra nueva”.
El P. Juan Torner se trasladó desde San Germán a Aguada, para conocer
las circunstancias de San Francisco de Asís, y anota su primer bautismo el 9 de
febrero de 1919. Un par de meses después el P. Torner, como Vicario, nombra
párroco de Aguada al P. Arancibia, que firma el primer bautismo el día 11 de
mayo.
El P. Pedro de Arancibia, arquitecto y técnico agrícola, además de
apóstol, diseña en lo primero como un artista y utiliza lo segundo para ayudar
a los que generosamente contribuyen con su dinero para la Iglesia, aumentando
sus cosechas. A él se debe el primer impulso en la construcción de la máxima
expresión artística y monumental de Aguada: su Iglesia.
En 1926 es nombrado párroco el P. Pablo Gutiérrez Flórez, natural de
Riosequino. Él tomará con empeño las obras de la construcción de la iglesia,
que será inaugurada en 1936, después de una pausa provocada por el huracán S. Felipe
de 1928.
En 1956 otro leones, el P. Carlos Gutiérrez, natural de Benllera,
solicitará de Cristalerías Rodríguez de
León la instalación de las vidrieras que son únicas en Puerto Rico.
Con motivo de misiones populares y donaciones de terreno, hoy disponemos
de la casa parroquial, un centro parroquial, 20 capillas y un Centro de
Espiritualidad con capacidad para 2.000 personas sentadas. Es el local más
capaz de la Diócesis de Mayagüez y posiblemente de toda la isla. Su
construcción fue presidida por los desvelos de otro párroco leonés, el P. José
Luis Díez Gabela, natural de Villasimpliz, que está enterrado en el cementerio
municipal de Aguada, con el P. Pablo y el P. Germán Lombó, de Pardabé.
En lo que toca a la pastoral la Parroquia, San Francisco de Asís, dispone
de 4 sacerdotes, 24 grupos apostólicos, 72 ministros extraordinarios de la Comunión
y una asistencia que le ha valido el apelativo de “El Vaticano de Puerto Rico”.
Otros leoneses que han ejercido el ministerio sacerdotal durante estos
100 años en la Parroquia son: el P. Ángel Castro de Río Sequino de Torío, Ildefonso
Blanco de Villarroañe, Eliseo García de La Seca de Alba (ya difuntos); y Benigno Palomo de Llamas de
la Ribera, Félix Moratiel de Saechores de Rueda y Felipe Fernández de Benllera.
El día 26 de mayo tendremos una concelebración en el Centro de
Espiritualidad con los padres activos en la Parroquia y otros, que han servido
en ella, para pedir a Dios la fuerza de continuar la labor ejercida estos cien
años.